La figura de Cristo Yacente y el Santo Sepulcro, representa el momento de reposo definitivo de Cristo, después del violento martirio, a la espera de la Resurrección. Coloca a Jesús sobre un lecho con un almohadón debajo de su cabeza, decorado con bordados típicamente castellanos. Conserva el “rigor mortis”, de la cruz, por eso lo dispone con las rodillas dobladas, el cerramiento de las manos y la inclinación de la cabeza; se recrea en los detalles cruentos, sangre y llagas para remarcar lo cruento. Todo ello con la finalidad de iniciar al devoto a que contemple la sagrada efigie y que se conmueva ante los padecimientos de Cristo, realizados para salvarle de los pecados.
El Cristo Yacente es una imagen de 1,70 metros, obra realizada en 1942 por el escultor Ricardo Granda, en madera pulida y encerada, que fue adquirida por los Padres Franciscanos del Convento de San Antonio.
La imagen permaneció durante muchos años alejada del culto, hasta que en el año 1995 fue expuesta al mismo en la capilla de los confesionarios, junto a las imágenes del paso del Calvario, en la iglesia de San Antonio de Padua.
Participa por primera vez en la Semana Santa de Ávila del año 1995, sustituyendo a la imagen del Santísimo Cristo de Niharra que había desfilado en los tres años anteriores con la Archicofradía de la Real e Ilustre Esclavitud de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Medinaceli. Actualmente sigue saliendo la imagen del convento de San Antonio en la procesión del martes Santo, acompañada por hermanos de la Archicofradía