Viajar a España puede ser una buena ocasión para que cualquier persona pueda visitar la medieval ciudad amurallada de Ávila en el corazón del viejo reino de Castilla. Una ciudad que fue cuna de grandes personajes, como los Santos Teresa de Jesús y Juan de la Cruz.
Ávila de los Caballeros, Ávila del Rey es la capital de una de las nueve provincias que conforman la Comunidad Autónoma de Castilla y León. Situada junto al río Adaja, se encuentra a 113 Km. de Madrid, capital de España y perfectamente comunicada con la misma.
Un viejo dicho sostiene que Ávila es “Tierra de cantos y de santos”. De cantos por el rigor de la tierra abulense, sobria y granítica, austera e inquebrantable, acorde con la solemnidad de la mística y el recogimiento y con la dureza del temple de la guerra. De santos, por la cantidad y la importancia de los mismos, como Santa Teresa de Jesús, patrona de la ciudad, y San Juan de la Cruz.
La UNESCO declaró a la ciudad de Ávila “Patrimonio de la Humanidad” en reconocimiento a la gran importancia de sus monumentos, tesoros de una ciudad que sintetiza magníficamente el espíritu castellano de antaño, en que lo militar y lo sagrado avanzan juntos, inseparablemente unidos. Sus murallas, sus iglesias, sus palacios... son el reflejo de un pasado enormemente rico, que ha dejado también sus frutos en hermosas tradiciones. Ejemplo de estas tradiciones es su Semana Santa y todos cuantos actos se celebran alrededor de la misma, estando considerada actualmente por el Gobierno de España, desde el año 2005, de “Interés Turístico Nacional” y desde 2014 de “Interés Turístico Internacional”.
Ávila, para sus habitantes y para todos los que nos visitan está considerada como la “Jerusalén Castellana” por su similitud geográfica con la ciudad en la que Nuestro Señor Jesucristo vivió su Pasión, su Muerte y su Resurrección.
Después de los numerosos actos que se celebran durante la Cuaresma, con exposiciones, jornadas de música sacra, conferencias... la Semana Santa abulense cuenta con 14 cofradías, hermandades o patronatos que integrados en la Junta de Semana Santa, organizan 16 espectaculares procesiones, iniciándose las mismas el Viernes de Dolores y terminando el Domingo de Resurrección, cubriendo todos los días de la semana, incluso algunos de ellos con dos y tres procesiones.
Treinta y ocho imágenes y grupos escultóricos tallados por grandes imagineros, acompañados por centenarias cofradías penitenciales que conservan sus primitivas raíces en el más puro sentir castellano, representan, en las empedradas calles, la Pasión de Cristo, siguiendo con una tradición antiquísima que tiene su origen en el año 1540 cuando el Ilustre Patronato de la Santa Veracruz organizó la primera de las procesiones que dan inicio al amplio historial con que cuenta la Semana Santa abulense, en la que la austeridad, el recogimiento, el silencio y el bellísimo marco por el que discurren las procesiones hacen de la misma una Semana Santa digna de contemplar para los fieles que se agolpan, por miles, en las aceras, unos de la propia ciudad y otros llegados de cualquier lugar del mundo.
Describir las procesiones penitenciales abulenses es transmitir la emoción de momentos e instantes que quedan grabados en la retina de los espectadores que en esos días se acercan por la vieja ciudad que vio nacer a Santa Teresa de Jesús. El lento caminar de pasos y cofrades, los anderos y costaleros que portan los pasos a los sones de impresionantes bandas de música, la sombra de Crucificados y Nazarenos reflejados en la muralla, las velas y faroles de los nazarenos, el canto del Miserere, el encuentro entre Jesús y su Madre a las puertas de la catedral en la noche de Lunes Santo, el Vía Matris con sus lecturas en diferentes plazas de la ciudad, el Vía Crucis alrededor de la muralla con más de diez mil fieles acompañando al Cristo de los Ajusticiados en la madrugada del Viernes Santo, hacen de la Semana Santa de Ávila una Semana Santa especial, de la que se dice que hay que contemplar todas sus procesiones puesto que cada una es distinta a la anterior y a la siguiente.
Son días en los que las tradiciones más enraizadas se unen en una profunda devoción. Y a esta visita debemos añadir la rica gastronomía abulense tradicional durante todo el año, pero que en esos días nos deja el sabor especial de las flores, las torrijas y el hornazo, acompañados, como bebida, por la tradicional limonada.